sábado, 18 de junio de 2011

El Último Palpitar

En su silla mecedora de madera seca, aquel hombre esperaba lo inevitable. El temor invadía a la gente que como ciegos, se dejaban guiar por algunos pocos idiotas.
Una briza negra, trataba de reanimar las hojas que muertas yacían en un piso peligrosamente estático.
Como lágrimas de sangre, las últimas gotas cayeron del cielo, y al impactar con la tierra seca, se rompieron en más, fueron sucedidas por un breve pero infinito silencio, que dictaminó el cese de la agonía de la naturaleza.
El hombre, como algunas otras personas, tomaron una actitud pasiva al comprender las dimensiones de lo acontecido, otros -con una mentalidad más ingenua- corrían buscando refugio, peleando por lo que ellos llamaban vida. Cuando se escuchó un rayo que con un sonido opaco hizo temblar todos los cuerpos, después todo pasó muy rápido, la oscuridad absoluta se mezcló con los gritos de la gente y el arrebato de la vida por parte de la misma raza humana.
Las explosiones no paraban de escandalizar a la gente, el período de tiempo entre ellas era cada vez menor, los latidos aumentaban cada vez más y de a grupos se iban apagando las vidas.
Hasta que terminó.
El hombre, cansado de vivir encarcelado en una libertad programada, pereció sintiendo un alivio mayor al que nunca había sentido, viendo perecer junto a él, al cobarde que lo mantuvo esclavo y preso durante toda su vida, el cobarde que lo mantuvo con la vista en el piso, callando la única respuesta totalmente verdadera de él hacia una sociedad que lo llevaba por una dirección errada, y lo hacía bailar la macabra danza del consumismo egoísta, persiguiendo sombras y tratado de alcanzar la felicidad con bienes materiales que lo único que hacían era alejarlo aún más de ella. Viéndose perecer.
La tierra impermeable, sólo dejaba pasar la sangre de algunos inocentes, el fétido olor de la descomposición, fue tapado por el del polvillo que salía de algunas edificaciones, que involuntariamente aún se mantenían de pie.
Las hojas muertas, con las ondas expansivas de las explosiones, se encontraban otra vez en el aire, y como un último falso palpitar volvieron a caer.

1 comentario:

  1. Hola Luca, me gustaron muchísimo tus relatos, es un estilo que particularmente disfruto por lo misterioso y corto; espero leer mucho más de tí. Saludo.

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